El viaje del banano desde los trópicos hasta su cesta de la compra
¿Se han preguntado alguna vez cuánta distancia ha recorrido un banano hasta aterrizar en sus ensaladas de frutas? o ¿cuántos tipos de transporte ha empleado hasta diluirse en sus licuadora? y ¿el número de países por los que ha transitado hasta decorar sus tartas de cumpleaños?
Como quizás no lo sepan, permítanme narrarles aquí el viaje de un banano de Banabio desde su finca en Ecuador hasta sus supermercados.
¡Empecemos!
¡Hola a todos! En primer lugar permítanme que me presente, me llamo Musa Sapientum (aunque la mayoría me conocen como Bananita) y actualmente vivo en una región del norte de Europa, aunque no soy europea. En realidad mi país de origen es Ecuador y aquí radica la parte interesante de mi historia como un banano exportado.
Al igual que la mayoría de la fruta de Banabio soy una trotamundos, y así se explica en lo que a continuación les relato.
Mi cultivo
Fui plantada en una de las 1.200 ha de la región suroeste de Ecuador, en la provincia del Guayas o El Oro. Gracias al código de trazabilidad de mi caja, el lugar exacto puede ser fácilmente localizable. Pero lo más significativo de mi cultivo, es que durante este proceso fueron necesarias docenas de personas trabajando a diario para convertirme en un racimo de banano.
Además, hicieron falta numerosos recursos naturales para mi desarrollo:
- Más de 3.000 horas de sol.
- Entre 1.200 y 2.200 mm de agua (para que se hagan una idea, la media de precipitaciones en el Reino Unido durante 2016, fue de 1.400 mm.).
- Suaves temperaturas: entre 26 y 30 °C / 78 – 86 °F.
- Un suelo franco-limoso con ph comprendido entre 6.5 y 7.
Pueden imaginarse mi lugar de origen ideal como el equivalente a sus vacaciones en un lugar paradisiaco de clima suave.
Las plantas de banano producen nuevas plantas durante todo el año
Otra curiosidad es conocer que las plantas de banano producen nuevas plantas durante todo el año al tratarse de una hierba y no un árbol (esto será objeto de otro capítulo de nuestro BananitaBlog ;-)), lo cual significa que la producción nunca para. Por este motivo, tienen banano disponible durante todo el año en el mundo entero.
Después de 9 meses fui cuidadosamente recolectada mientras aún me conservaba verde. A esta edad mi planta pudo llegar a medir más de 4 m de altura. Los racimos pudieron alcanzar hasta 50 kg de peso y agrupar alrededor de 200 plátanos. Todos los racimos fueron sometidos a rigurosos controles de calidad que permitieron conocer mi momento óptimo de recolección. Este es lo que más me gustó de crecer en Banabio, que siempre estaba acompañada.
Una vez pasados los controles de calidad, mi racimo fue cuidadosamente recolectado a mano y colgado en un cable transportador para llegar a la planta de envasado.
Mi empacado
En el centro de envasado los trabajadores cortaron manos de plátano de mi racimo y los depositaron en grandes piscinas de agua para su lavado. Una vez limpios nos etiquetaron, no sin antes haber superado un nuevo examen: el control de mi tamaño, forma y color a fin de satisfacer sus requisitos. Ahora sí, ya estoy lista y guapa para que me empaqueten cuidadosamente y me envíen al centro de acopio.
Nuevo examen: el control de mi tamaño, forma y color
Mi viaje por carretera y mar
Desde el centro de acopio fui trasladada en camión hasta el puerto. Mi camino duró unas horas. Una vez en el puerto, me embarcaron en un buque para mi viaje marítimo de 18 días hasta Europa.
Desde Ecuador recorrí parte del océano Pacífico, crucé el canal de Panamá y el océano Atlántico hasta llegar a Europa.
Además, durante todo el trayecto en barco las condiciones ambientales de mi contenedor fueron continuamente monitoreadas para no madurar antes de tiempo.
Una vez desembarcados en el puerto de destino, fuimos otra vez inspeccionados con el fin de comprobar que el viaje no nos sentó mal, es decir, poder verificar que seguíamos verdes y frescos.
Superados los controles, fuimos trasladados a las cámaras de maduración de los suministradores de los supermercados. Transcurridos 7 días nos volvimos amarillos y dulces en una atmósfera controlado. En este momento, los supermercados nos transportaron hasta sus estanterías.